“(...)Clarkson fue a ayudar a Brynne y Marie en la cocina mientras Gabrielle y Elaina parecían hacerse buenas amigas hablando de libros— especialmente uno muy popular sobre un multimillonario muy joven y su obsesión con una mujer aún más joven... y el sexo. Habían montón de escenas de sexo eróticas en el libro, aparentemente en cada página.Neil y yo nos miramos con simpatía el uno al otro, y no tuvimos absolutamente nada que añadir a la conversación. Es decir decir, ¿quién lee esta basura? ¿Quién tiene tiempo? ¿Por qué incluso leer sobre sexo en un libro cuando se puede tenerlo en la vida real? No lo entiendo.”

Raine Miller

Raine Miller - “(...)Clarkson fue a ayudar a Brynne y...” 1

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“La vida no es una novela, es algo más y mejor que una novela; es más imprevisible, más loca y menos tierna que una historia narrada en un libro. Una novela traiciona a la vida, porque cualquiera puede abrirla y empezar a leer por el último capítulo”. En la vida existe, para cada cual, un último capítulo, se sabe cómo acaba la historia, se sabe el desenlace final, pero nadie puede decir cuándo, dónde y en qué condiciones se desarrolla el final”

Tahar Ben Jelloun
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“Linda Williams dice algo muy interesante en su libro Hard Core. Afirma que una de las fantasías más tradicionales de la pornografía masculina es la violación que se convierte en éxtasis, y en que la mujer acaba disfrutando. Los hombres siempre fantasean sobre la débil frontera entre el 'no' y el 'sí' de una mujer. Este es el clásico dilema de la violación en nuestra sociedad sexista: la sospecha de que la víctima quiere ser victimizada. Esta es la razón por la que la violación en los juzgados siempre es un tema difícil, y sigue siendo uno de los crímenes donde más se desconfía de la veracidad de las víctimas.”

Erika Lust
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“Carta a James Sandoe, 14 de octubre de 1949.Ahora estoy leyendo “So little time”, de Marquand. Recuerdo, o creo recordar, que fue bastante maltratada cuando apareció, pero a mí me parece llena de ingenio agudo y vivacidad, y en general mucho más satisfactoria que “Point of no return”, que me resultó aburrida en su impacto total, aunque no aburrida mientras se la lee. También empecé “A sea change”, de Nigel Demis, que parece bien. Pero siempre me gustan los libros equivocados. Y las películas equivocadas. Y la gente equivocada. Y tengo la mala costumbre de empezar un libro y leer sólo lo necesario para asegurarme de que quiero leerlo, y ponerlo a un lado mientras rompo el hielo con otros dos. De ese modo, cuando me siento aburrido y deprimido, cosa que pasa con demasiada frecuencia, sé que tengo algo para leer tarde en la noche, que es cuando más leo, y no ese horrendo sentimiento desolador de no tener a nadie con quien hablar o a quien escuchar.¿Por qué diablos esos idiotas de editores no dejan de poner fotos de escritores en sus sobrecubiertas? Compré un libro perfectamente bueno... estaba dispuesto a que me gustara, había leído sobre él, y entonces le echo una mirada a la foto del tipo y es obviamente un completo imbécil, una basura realmente abrumadora (fotogénicamente hablando) y no puedo leer el maldito libro. El hombre probablemente no tiene nada malo, pero para mí esa foto, esa tan espontánea foto con la corbata chillona desajustada, el tipo sentado en el borde de su escritorio con los pies en la silla (siempre se sienta así, piensa mejor). He pasado por esta comedia de la foto, sé lo que hace con uno.”

Raymond Chandler
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“Recorrí pasillos y galerías en espiral pobladas por cientos, miles de tomos que parecían saber más acerca de mí que yo de ellos. Al poco, me asaltó la idea de que tras la cubierta de cada uno de aquellos libros se abría un universo infinito por explorar y de que, más allá de aquellos muros, el mundo dejaba pasar la vida en tardes de fútbol y seriales de radio, satisfecho con ver hasta allí donde alcanza su ombligo y poco más. Quizá fue aquel pensamiento, quizá el azar o su pariente de gala, el destino, pero en aquel mismo instante supe que ya había elegido el libro que iba a adoptar. O quizá debiera decir el libro que me iba a adoptar a mí. Se asomaba tímidamente en el extremo de una estantería, encuadernado en piel de color vino y susurrando su título en letras doradas que ardían a la luz que destilaba la cúpula desde lo alto. Me acerqué hasta él y acaricié las palabras con la yema de los dedos, leyendo en silencio.La Sombra del VientoJULIÁN CARAX.”

Carlos Ruiz Zafon
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“¿Y para qué leer? ¿Y para qué escribir? Después de leer cien, mil, diez mil libros en la vida, ¿qué se ha leído? Nada. Decir: yo sólo sé que no he leído nada, después de leer miles de libros, no es un acto de fingida modestia: es rigurosamente exacto, hasta la primera decimal de cero por ciento. Pero ¿no es quizá eso, exactamente, socráticamente, lo que los muchos libros deberían enseñarnos? Ser ignorantes a sabiendas, con plena aceptación. Dejar de ser ignorantes, para llegar a ser ignorantes inteligentes. [...] Quizá, por eso, la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado en que nos dejan.¿Qué demonios importa si uno es culto, está al día o ha leído todos los libros? Lo que importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer. Si la calle y las nubes y la existencia de los otros tienen algo que decirnos. Si leer nos hace, físicamente, más reales.”

Gabriel Zaid
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