“Los adolescentes no deciden, deben limitarse a seguir a sus padres en una aventura que ya no es del todo suya pero de la que no pueden escaparse.”

Rosa Huertas

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“Miedo.No hay otra palabra que pueda definir lo que supuso para mí la guerra. Miedo a morir, a las bombas, al fuego, a las balas, al hambre, a la soledad, al presente y al futuro. La guerra tiene una boca grande que devora los sueños de los que la viven.Todos los que vivimos en el espanto del enfrentamiento bélico más terrible de nuestra historia nacimos en mala luna.”


“Me regaló un ordenador portátil, el libro de Edgar Allan Poe y su última sonrisa con un consejo: "Nunca cambies esto por los libros. Los jóvenes creéis que todo está en Internet, que los libros son una especie en extinción. Un libro no se bloquea, ni se borra de repente, ni necesita pilas ni electricidad. Lo puedes leer en el parque, en la cama antes de dormir y hasta en el cuarto de baño. No hay goce como el de pasar las páginas, sentir su tacto y oler la fragancia de unas hojas recién impresas". No he olvidado sus palabras, fue lo más valioso que me dejó mi abuelo.”


“Fue terrible ver cómo iba muriendo día a día sin que, los que podían, hiciesen algo por evitarlo. La impotencia me sublevaba. Cuando todavía estaba bien, o al menos no tan mal como las últimas semanas, antes de que lo trasladasen a la enfermería, hablamos mucho. Conversábamos sobre nuestra tierra, desempolvábamos recuerdos, contábamos anécdotas del frente nos lamentábamos del desenlace de la contienda. No sólo habíamos perdido la guerra, también habíamos perdido la libertad, las ilusiones, los sueños, la posibilidad de ser felices. Cuando el abatimiento nos vencía jugábamos a recordar momentos agradables, con todo lujo de detalles y con los ojos cerrados, para vivir la ilusión de que estábamos en ese otro lugar y no entre las paredes de una cárcel.”


“-Hace tanto de eso que ya no os afecta ni os conmueve. También es culpa nuestra, que no hemos sabido contar o no hemos querido hacerlo. Todavía viven muchas personas que sufrieron aquella maldita guerra, que padecieron las cárceles y la represión.-Pero sólo nos habéis hablado del hambre.-Porque lo entiende todo el mundo.-Tampoco hemos pasado hambre.-Afortunados vosotros, porque el que ha padecido esa tortura no puede olvidarla, aunque pierda el resto de la memoria. El hambre no se olvida. A veces, tampoco el rencor. [...] El rencor es como el hambre, no se olvida por muchos años que pasen.”


“-¿Te das cuenta? Es cierto lo que dice. Si sólo hubiese ordeñado cabras, quizá habría muerto de viejo, como tu abuelo, y no de cárcel y abandono. Habría disfrutado de su hijo y de su mujer, habría visto crecer a sus nietos. No le perdonaron los sueños.-Habría ido a la cárcel de igual manera. Tuvo la desgracia de elegir el bando de los perdedores.-Pero él no era peligroso, Víctor. A Miguel Hernández hombre no lo temían, condenaron al escritor. Eran sus versos los peligrosos, su sueño de ser poeta lo que le hizo odioso a los ojos de los que no pensaban como él.-Si no hubiese ordenado su sueño no estaríamos aquí, no habríamos disfrutado sus versos, no leeríamos un poema dedicado a él [...]. Nosotros somos los herederos de su sueño, los que mantenemos vivo su recuerdo.-Sí, eligió ordeñar un sueño, con todas sus consecuencias.-Y nunca se sabe adónde nos lleva el camino que elegimos.”


“El tiempo, a causa del miedo, se convierte en espeso e interminable. [...] Los momentos felices se hacen dolorosamente cortos, los que vivimos presa de la angustia nos parecen eternos.”