“El amor, dije yo, se parecía extrañamente a ciertas sensaciones gástricas de los primeros síntomas del mareo, que producían una inquietud y estremecimientos tan delicados que uno no estaba seguro de si estaba enamorado o iba a vomitar.”
“[...] podía saborear con deleite esa voluptuosidad que es todo el lujo del amor y que consiste en poder dirigir descuidadamente la atención y la vista a otra parte, a la vez que se siente la apasionada proximidad del ser único, gracias al cual cada minuto es un trozo de paraíso, pero al cual la perversidad te ordena ignorar, sin dejar de mantenerlo atado como un perro; y ante el cual, sin embargo, estarías dispuesto a arrastrarte con la cobardía y los halagos de un verdadero perro, en cuanto estuvieras en peligro de perder a ese ser amado que hasta aquel punto fingías tratar con el inatento dandismo característico del sentimentalismo morboso.”
“Nuestra época se muere de escepticismo moral y nulidad espiritual. La pereza imaginativa, al entregarse al seudoprogreso mecánico, momentáneo y material del período de posguerra, ha desjerarquizado el espíritu. Lo ha desarmado, deshonrado ante la muerte y la eternidad. La civilización mecánica será destruida por la guerra. La máquina está destinada a derrumbarse y enmohecerse, atascada en los campos de batalla, y las jóvenes y enérgicas masas que la construyeron están condenadas a servir de carne de cañón.”
“Que hablen de uno, aunque sea bien”
“Estaba segura de que debía ser un hombre feo, tal vez enfermo o contrahecho, porque le parecía imposible que una sensibilidad tan profunda y una inteligencia tan precisa se sumara un aspecto atrayente.”
“Se vive así, cobijado en un mundo delicado, y uno cree que vive. Entonces lee un libro (Lady Chatterley, por ejemplo), o va de viaje, o habla con Richard, y descubre que no vive, que está simplemente hibernando. Los síntomas de la hibernación se pueden detectar fácilmente. El primero es la inquietud. El segundo síntoma (que llega cuando el estado de hibernación empieza a ser peligroso y podría degenerar en muerte) es la ausencia de placer. Eso es todo. Parece una enfermedad inocua. Monotonía, aburrimiento, muerte. Hay millones de personas que viven (o mueren) así, sin saberlo. Trabajan en oficinas. Tienen coches. Salen al campo con su familia. Educan a sus hijos. Hasta que llega una brusca conmoción: una persona, un libro, una canción... y los despierta, salvándoles de la muerte.”
“... tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre.”