“—Cuando dije que no tenía opción excepto ayudarte, lo dije en serio. No había otra opción, porque tú eres la única opción. No confío en nada por el momento. Pero de lo que sí estoy seguro, en lo único en lo que tengo confianza...—se detuvo por una fracción de segundo—... es la manera en que me siento por ti.”
“—Ahora lo entiendo —dije, con la voz amortiguada contra su hombro—. Lo entiendo de verdad. —¿Entender qué? —Lo que se siente al ver que la persona que más quieres en el mundo está en peligro. Antes no lo sabía de verdad. Y al ver a Felicity apuntándote al corazón con la pistola, de repente me sentí una estúpida por no haberlo sabido. —¿Saber qué? —Lo salvaje que es. No tiene nada de razonable ni de lógico. Tenías razón al decir que pierdes el control en lo que se refiere a mí. Yo no podía controlar lo que iba a hacer. Provoqué la explosión porque no podía pensar en otra cosa que en salvarte. No pensé en lo peligroso que era para mí y para los demás. En ese momento solo me importabas tú. Solo tú. Y habría hecho cualquier cosa por salvarte. Habría pagado cualquier precio, habría cometido cualquier pecado, habría vendido mi alma con tal de salvarte.”
“Pensé en todo lo que fue lavado una y otra vez. Hacemos este tipo de revoltijos en esta vida, tanto por accidente como a propósito. Pero limpiar la superficie realmente no hace que nada mejore. Solo enmascara lo que está por debajo. Es sólo cuando realmente cavas en lo profundo, que vas a lo subterráneo, que puedes ver quién eres realmente.”
“- Estás enamorada - dijo Santiago.- No es verdad.- Claro que sí. Y sufres porque él piensa en otra persona. Créeme; sé de qué estoy hablando.- ¿De verdad? - replicó ella, irritada -. Lo dudo. No te tomas nada en serio. ¿Cómo vas a saber lo que es el amor?Se volvió para marcharse, pero Santiago la retuvo por el brazo y la miró a los ojos.- Sé de qué estoy hablando - repitió.Y Miriam lo comprendió.”
“Nunca dejaría de creer en ti -dijo-. Jamás. Lo que siento por ti...-Se atracó-. Es lo más grande que he sentido en mi vida.”
“—Lo siento —murmuró ella—. Estoy bien si sé de antemano que van a haber alimentos que no puedo comer, pero cuando se me toma por sorpresa... —Decayó, porque nadie realmente entendía que la comida no era sólo el combustible o que no había nada de malo en un poco de lo que imaginaba; cada comida, cada bocado era una batalla, una guerra de nunca acabar.”