“—No. No vuelvas a pensar así. No tiene nada que ver con eso. Lo que sea que puedes hacer, cualquier habilidad que tengas, todavía eres Lila. Es parte de ti; quién eres. Y no cambiaría nada de ti, que no sea tal vez tu inclinación a salir corriendo —añadió en el último momento.”
“No hay nada que perder. O tal vez ya lo he perdido, y encontrado, y cualquier otra cosa que puede que pierda, no tiene nada que ver con lo que está en este momento.”
“Ahora miraba el mundo como algo remoto, con lo que yo no tenía nada que ver y de lo que nada esperaba, y de hecho nada deseaba: en pocas palabras, no tenía nada que ver con ese mundo, y difícilmente algún día tendría que ver algo con él; por tanto, pensé que así debía de verse después de la muerte.”
“Llega el día en que te miras al espejo y no eres el que te esperabas. Sí, porque el espejo es la forma más cruel de la verdad. No te reflejas como eres realmente. Querrías que tu imagen se correspondiese con quién eres por dentro y que los otros al verte pudieran saber en el acto si eres sincero, generoso, simpático... pero resulta que nunca se puede prescindir de las palabras ni de los hechos. Tienes que demostrar quién eres. Lo bonito sería que uno pudiera mostrarse sin más. Todo sería más sencillo.”
“...pero con el tiempo descubrí que no sirve de nada tratar de cambiar las cosas y que lo mejor que puedo hacer es limitarme a vivir la vida en paz, sin pensar en el mañana.”
“Pensé en todo lo que fue lavado una y otra vez. Hacemos este tipo de revoltijos en esta vida, tanto por accidente como a propósito. Pero limpiar la superficie realmente no hace que nada mejore. Solo enmascara lo que está por debajo. Es sólo cuando realmente cavas en lo profundo, que vas a lo subterráneo, que puedes ver quién eres realmente.”