“En Montford Falls, el primer lugar al que me mude cuando me fui, me llame Eliza. El vecindario donde vivíamos era donde vivían todas estas familias felices, como algo de un viejo show de televisión.En el siguiente lugar, Petree, todos eran ricos. Era Lizbet, y vivíamos en este elevado complejo de apartamentos, todo en oscura madera y aplicaciones de metal. Era como algo sacado de una revista: incluso el ascensor era silencioso.Cuando nos mudamos a Westcott, teníamos una casa en la playa, tan soleada y cálida, y podía llevar flip-flops todo el año si quería. El primer día me presente como Beth.En Lakeview, la casa tenía un aro de baloncesto. Yo iba a ser Liz Sweet.”
“y que en cualquier lugar en que estuvieran recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera.”
“Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviábamos en el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.”
“El pasado y el futuro eran parte de la misma cosa y la realidad del presente era un caleidoscopio de espejos desordenados, donde todo podía ocurrir.”
“Nunca me olvidare de cómo me sentí cuando tomo aliento, cuando le volvió el color a la piel rápidamente. Era como si el mundo entero se hubiera partido en dos, y todo lo que yo sentía que faltaba: el sentimiento, el colorido… Todo aquello me llegara con su primer aliento. La llame Blue para acordarme siempre de aquel momento, para no olvidarlo nunca.”
“Recordar lo que para mí han sido los primero libros me exige olvidar desde el principio todo lo que sé de libros. Ciertamente toda mi actual sabiduría se basa en la disposición con la que ya entonces me enfrentaba al libro. Pero así como en el día de hoy tema y contenido, objeto y materia, se enfrentan al libro como algo exterior, entonces se encontraba todo fundido en él, no era algo independiente de él. El mundo abierto en el libro y el libro mismo no podían separarse bajo ningún concepto: formaban un todo perfecto. De esta forma, junto al libro, también podían cogerse con la mano su contenido, su mundo, como si tuvieran asas. Y este mundo, el contenido, glorificaban a su vez al libro en todas sus partes: palpitando en él, iluminado desde él. Y no sólo anidaban en la portada o en los grabados. Su casa estaba también en los títulos de los capítulos, en las letras especiales con que empezaban, en los puntos y aparte, en las columnas, etc. Los libros no se leían sin más, no; se vivían, se moraba entre sus líneas...”