“¿A cuántos malos tendría que matar? Su número, como el espacio, infinito. Pero si mato el espíritu del odio, todos mis enemigos perecen al mismo tiempo.”
“Matar al enemigo, aunque su muerte ya no tenga sentido... Así es la guerra. El odio genera odio hasta que no resta más para destruir.”
“¡Si nuestra amistad depende de cosas como el espacio y el tiempo, entonces, cuando por fin superemos el espacio y el tiempo, habremos destruido nuestra propia hermandad! Pero supera el espacio, y nos quedará sólo un Aquí. Supera el tiempo, y nos quedará sólo un Ahora. Y entre el Aquí y el Ahora, ¿no crees que podremos volver a vernos un par de veces?”
“Escribir un libro es un poco como disparar un "ICBM"..., sólo que viaja a través del tiempo en vez de hacerlo por el espacio. El tiempo del libro que los personajes emplean en vivir la historia y el tiempo real que el novelista invierte escribiéndolo. Hacer que una novela termine exactamente del modo que uno pensó que terminaría al comenzarla, sería como lanzar un misil Titán para que recorriese la mitad del mundo disparando su carga a través de una cesta de baloncesto.”
“Eso es lo que hace el odio. Te alimenta y al mismo tiempo te va pudriendo.”
“Toda historia tiene dos caras. Si interpretas el papel del "malo", nunca piensas en ti mismo como si fueras malo. Lo que ocurre es que los demás... a menudo no comprenden tus razones.”
“Esta contradicción hacia el trabajo necesariamente debía ser resuelta. ¿Había que suponer que tanto su cuerpo como su espíritu -primero el espíritu y, por medio de éste, también el cuerpo- hubiesen estado mejor dispuestos y hubiesen sido más resistentes al trabajo si, en el fondo de su alma, allí donde ni él mismo era consciente, hubiese podido creer en el trabajo como un valor absoluto, como en un principio que respondía por sí mismo, y tranquilizarse con este pensamiento? Surge aquí de nuevo la cuestión de su mediocridad o de si era algo más que mediocre, cuestión a la que no vamos a dar ninguna respuesta concluyente (pp.53-54).”