“El asunto era bien simple: tenía miedo de sí mismo y de lo que estaba dispuesto a hacer para mantenerla a salvo.”
“Ambos siguieron atentos a los rumores crecientes sobre la gravedad de la peste, y aun contra sus deseos tuvieron que conversar otra vez sobre asuntos que les eran comunes, como en los tiempos en que se odiaban menos. Para él era claro. Siempre creyó que amaba a la hija, pero el miedo al mal de rabia lo obligaba a confesarse que se engañaba a sí mismo por comodidad. Bernarda, en cambio, no se lo preguntó siquiera, pues tenía plena conciencia de no amarla ni de ser amada por ella, y ambas cosas le parecían justas. Mucho del odio que ambos sentían por la niña era por lo que ella tenía del uno y del otro. Sin embargo, Bernarda estaba dispuesta a hacer la farsa de las lágrimas y a guardar un luto de madre.”
“Tenía que enseñarle a pensar en el amor como un estado de gracia que no era un medio para nada, sino un origen y un fin en sí mismo.”
“...A veces el amor tiene que ponerse guantes de boxeo y ser fuerte para sobrevivir. A veces, tienes que hacer lo más difícil, dejar que alguien crezca por sí mismo.”
“Esto es lo que me pasó a mí. Pensé que tenía normas. Yo creía en mis absolutos. Lo hice para la mayoría de las situaciones. Entonces no lo hice. Conforme pasó el tiempo, mi mundo se volvió gris y mis absolutos se oscurecieron. El bien y el mal sedisolvieron en lo que sabía que tenía que hacer.”
“Estaba huyendo de mí mismo. Y lo peor de huir de uno mismo, es que no había ningún lugar en el que poder esconderse.”