“—Hace dos mil años que lucho solo.—Bueno, nunca se es demasiado viejo para aprender.Kyrian resopló.—No puedes enseñarle trucos nuevos a un perro viejo.—No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.—El tiempo es oro.—Dios ayuda a los que se ayudan.Él soltó una carcajada.—No vas a dejarme ganar, ¿verdad?”
“En fin, lo que quiero decires esto: tal vez tú puedas permitirte el lujo de esperar. Tal vez para ti haya un mañana. Tal vez para ti haya mil mañanas, o tres mil, o diez mil, y que te quede tanto tiempo que puedas bañarte en él, entretenerte, dejar que se te escurra entre los dedos. Tanto tiempo que puedas desperdiciarlo. Pero para otras personas, solo queda un hoy. ¿Y sabes qué? Es imposible saber a cuál de los dos grupos perteneces.”
“Tal vez tú puedas permitirte el lujo de esperar. Tal vez para ti haya un mañana. Tal vez para ti haya mil mañanas, o tres mil, o diez mil, y te quede tanto tiempo que puedas bañarte en él, entretenerte, dejar que se te escurra entre los dedos. Tanto tiempo que puedas desperdiciarlo.Pero para otras personas, solo queda un hoy. ¿Y sabes qué? Es imposible saber a cuál de los dos grupo perteneces”
“Nunca deberían añorarse los viejos tiempos. El que añora los viejos tiempos es un viejo añorante.”
“—Las cosas siempre aparecen cuando las necesitamos.—Eso no es verdad—replicó.—Sí que lo es. Sólo tienes que decidir si eres lo bastante fuerte y valiente como para aprovechar la oportunidad que se te presenta.”
“Los viejos tiempos no pueden repetirse. Como su nombre indica, son viejos. Los nuevos tiempos nunca pueden ser como los viejos. Cuando lo intentan, parecen viejos y agotados, como quienes los echan de menos. Nunca deberían añorarse los viejos tiempos. El que añora los viejos tiempos es un viejo añorante.”
“No es el dolor que nos infligen el que nos destruye. Es el dolor que dejamos dentro de nuestros corazones el que lo hace.”