“James se disponía a contestar el último comentario de Kelsey cuando oyóun extraño ruido en la cuneta. Se giró sobresaltado. —¿Qué ha sido eso? —preguntó señalando la maleza. —¿Un oso, un lobo, un tigre…? —Kelsey sonrió con ganas—. ¿Qué pasa, tienes miedo? James le dirigió una mirada sombría. —Tranquila, después de haberos conocido a ti y al resto de tu familia ya no tengo capacidad para temer nada más —dijo—. Con el día de hoy ha sido más que suficiente.”
“—El tío James es un gruñón —le explicó Kelsey al perro después de queeste le diese un húmedo lametón—. Se hace el duro, pero después de un par dedías contigo ya verás cómo acaba rendido a tus pies… El perro ladró feliz, como si comprendiese las palabras de Kelsey mientrasmovía frenéticamente el rabo. James dio varios pasos hacia atrás.—¿Cómo que un par de días? —preguntó, acalorado por la cantidad deemociones negativas que se agolpaban en su interior. Kelsey le miró confundida.—¡Hombre, no lleva collar, parece que no tiene dueño! Y está solito… —Dedicó un puchero al animal mientras le daba mimos. El perro gimoteóagradecido. Después Kelsey le dirigió una desagradable mirada a James—.Además, si te hemos recogido a ti, ¿cómo no vamos a acoger a este perro, quees más adorable y simpático que tú? El animal le lamió de nuevo la mejilla derecha. James miró asqueado lafeliz escena. —¿Acabas de compararme con un perro?”
“—Y ahora, mi querida Kelsey, es hora de hacer la cena —anunció, conuna enigmática sonrisa en su rostro—. Yo supervisaré que todo salga bien;¡venga, andando!, ya basta de vaguear. —¡Serás…!—¿Qué soy, Kelsey? —preguntó, con un deje amenazador en la voz.—Eres sencillamente… adorable —masculló ella.—Gracias.James se dirigió hacia la escalera, y Kelsey se levantó dispuesta a seguirle. No tenía otra opción.—Capullo. Eres un capullo, eso quería decir —añadió en un susurro que el inglés no llegó a oír.”
“¡La hostia!, ¡mira qué bien se lo montan algunos!James dio un respingo, sorprendido, y se apartó rápidamente del cuerpo de Kelsey para hacerse a un lado. Marcus, acompañado por otros dos jóvenes,les miraba sonriente apoyado en el marco de la puerta. —Joder con tu hermanita… —objetó uno de sus amigos entre risas.—¡Oye, esto no es lo que estáis pensando! —logró gritar Kelsey, avergonzada. Se puso de pie y comenzó a sacudirse las ropas.James, todavía confuso, imitó sus movimientos.—Ah, ¿no? —Marcus sonrió ampliamente—. ¿Estudiabais anatomía?—¡Cállate ya! —se quejó Kelsey. Después se giró resentida hacia James, apretando los puños—. ¡Todo esto es por tu culpa! ¡Te odio! —exclamó, antes dedesaparecer escaleras arriba hacia su habitación.”
“—Pero ¿qué…? ¡Ah, quita, chucho, quita! ¡Hijo de putifer!James dio un paso a atrás. Sollozó. Aquello era demasiado. El perro acabó de hacer sus necesidades y se fue corriendo escaleras arriba.—¡KELSEY, KELSEY!Kelsey entró asustada en la cocina. Se esperaba lo peor.—¿Qué te pasa ahora, borracho?—¡ME HA MEADO! Tu asqueroso perro se ha meado en mi pierna. Kelsey no pudo evitar reír por lo bajo. Alzó una mano, despreocupada.—Tranquilo, solo está marcando territorio. —Soltó una brusca carcajada y pestañeó en exceso—, ahora eres suyo, James, eres suyo.”
“Apenas pasaron cinco minutos cuando una imprevisible ráfaga azotó su nariz. El olor era fuerte e insistente, como si se hubiese sentado al lado de un cesto lleno de huevos podridos. Kelsey no tuvo tiempo de detenerle cuando james giró lentamente la cabeza hacia la distraída mujer.-Perdone…-le dijo-, pero su hijo huele a materia orgánica sucia. Muy sucia.-¿Qué? - preguntó la mujer, confundida.- Excremento – aclaró, tapándose la nariz con los dedos -, desecho, caca, mierda. El niño huele a mierda, señora.”
“—¿Ya has comprado mi regalo? —preguntó emocionado.—¿Se puede saber por qué has tardado tanto? Estoy cansada de esperarte. Ya he visto todo el centro comercial.James ojeó las bolsas, ignorando sus palabras. Le encantaban los regalos, especialmente cuando eran para él. Se frotó las manos.—¿Qué es? ¿No piensas decírmelo?—No sé de qué demonios me hablas.—¡De mi regalo! ¡Vamos, Kelsey, vamos, dámelo YA!La zarandeó de un lado a otro, mirándola fijamente.—En serio, estás fatal. Eres un enfermo.—Vale, pero este (atractivo) enfermo quiere saber qué le has comprado.—¿Y tú? ¿Qué me has comprado a mí? —Kelsey se encaró con él, alzando los hombros.—Nada.—¿Nada? ¡Serás desgraciado!”