“En la voz de los profesores hay un dejo de suficiencia. En la de los estudiantes, de cinismo y desprecio. Tienen 20, 21, 22 años y juegan a un juego que no entienden. Tampoco los docentes. Sólo les queda la grandilocuencia. Las mayúsculas. El tácito acuerdo de no denunciar la falacia del trámite. Porque esto es un trámite que apunta a cosas como joder con tu mujer, traer al mundo a un par de animalitos asustados y escupir tu nombre en algún directorio.”