“He de confesarte que, desde mis días de estudiante, no he sentido ninguna simpatía por los hombres de negocios. No hacen nada si no hay dinero de por medio. A mi entender, son lo que se solía llamar antiguamente, en los buenos tiempos, la escoria de la sociedad.”
“Está muy bien decir que el mundo se rige por los valores de la razón, la compasión y la justicia, pero si nada de lo que hay en realidad refleja esas palabras, carecen de sentido.”
“Los días lluviosos son el recuerdo de un castigo mayor para la ciudad. Un poco de lluvia siempre se convierte en una caótica inundación. Las calles regresan entonces a su origen: se hacen lagunas, canales, ríos pestilentes. En ellos aparece el reflejo de los edificios, de la gente, sus dobles sepultados. La pregunta que se hacen los capitalinos tarde o temprano en medio de un chubasco es la misma que obsesionaba a los europeos que deambulaban por la destruída ciudad de México: ¿qué había antes aquí? A lo largo de los siglos, la respuesta es siempre la misma: lo que quedó de una catastrofe.”
“Parar de leer novelas exige mucha fuerza. Hay que tener ganas de vivir, de correr, de crecer. (...) Me interesé antes por los libros que por la vida. Desde entonces, no he cesado de utilizar la lectura como un medio para hacer desaparecer el tiempo, y la escritura como un medio para retenerlo.”
“Todos los esfuerzos--que no son pocos--hechos por el gobierno, en materia educativa, se diluyen en el mar de porquería de los medios de comunicación monopolizados por la iniciativa privada.”
“Por otra parte, el diablo no aparecía siempre como una figura repulsiva, sino como un reflejo de la propia conciencia. La culpa nacía de lo que había dejado de hacerse –la vida no vivida– y no de lo que se había hecho. Así, más que por la imagen misma, la angustia era provocada por el vacío en que había caído la existencia como en un pozo interminable […] Dante decía que no hay mayor dolor que en los tiempos de infelicidad recordar los tiempos felices, Quizá no es menor el dolor de imaginar la dicha que nos negó nuestro temor a vivir.”