“No hay necesidad de ser grosero, señor Noonan. Yo no estaba siendo grosero. Si hubiera querido ser grosero, le habría dado la bienvenida con una nube de matacucarachas en la cara.”
“Hay tantas cosas que son peores que la muerte – dijo. – No ser amado o no ser capaz de amar: eso es peor. Y no hay deshonor en morir peleando como debe hacerlo un Cazador de Sombras. Una muerte honorable. Yo siempre he querido eso.”
“Si alguien me hubiera dicho hace un par de semanas que iba a estar en México con Alex y que él iba a estar caminando a través de la playa con una sonrisa en su cara, habiéndonos reservado una habitación, me habría caído muerta de la emoción. Habría necesitado desfribiladores para traerme de vuelta. Pero aquí estaba él, caminando a través de la arena hacía mí, y era mío. Y no había caído muerta. Al contrario, me sentía muy, muy viva.”
“El monstro no podía ser yo. Ese esqueleto, con una mata de pelo fibroso, ¡No era yo! La cosa en el espejo tenía los ojos tan muertos, sin vida, que me hacían temblar si tuviera que verlos por más tiempo. La cosa en el espejo tenia la piel demacrada y gris. Lo grisáceo no estaba sobre la cosa del espejo, estaba en ella. Lo grisáceo estaba incluso adentro, chupando la vida de ese trabajoso, irregular corazón.”
“—No, no le dije una palabra de eso; de cualquier manera, no habría comprendido. Pienso que, si con la ayuda de la lógica se puede convencer a alguien de que no hay razón para llorar, dejará de llorar de inmediato. Está claro. ¿No le parece que estoy en lo cierto?—En ese caso, la vida sería demasiado fácil —replicó Raskolnikov.”
“Si alguien me hubiese dicho que algún día yo me encontraría sentada en una habitación junto con una media docena de alienígenas un sábado por la tarde, le hubiera dicho que dejara de consumir drogas.”