“Al pueblo no le importaba la obra del diablo más de lo que le importa la obra de Dios, ni la del hombre. Sabía de oscuridades. Y con la oscuridad le bastaba.”
“La historia tiene la realidad atroz de una pesadilla; la grandeza del hombre consiste en hacer obras hermosas y durables con la sustancia real de esa pesadilla.”
“¡Qué astuto era el viejo! Ahora entendía tantas cosas… Le importaba un rábano lo que pudiera ocurrir con su vida, pero no así con la de su pupila. Su único objetivo había sido ponerla a salvo. Sacarla del tablero y ponerla fuera del alcance de sus perseguidores, al tiempo que la dejaba bajo la protección del único alfil capaz de mantenerla, al menos momentáneamente, a salvo.”
“El hombre no conoce la dignidad de la desesperación definitiva sino es con el indigno motivo de haber de morir; con sus juguetes de la ciencia, del arte, del progreso (la más estúpida de sus ideas), de la reforma social, que le parecen tan graves y que adula y realza utilizando el contraste con la frivolidad de las preocupaciones femeninas puestas en el bello vestir, lo que solamente pide él es no morir nunca. Es un entretenido y un longevista y por lo tanto un ente sin pasión.”
“Históricamente, Cuba había escapado siempre de la realidad gracias a la sátira y a la burla. Sin embargo, con Fidel Castro, el sentido del humor fue desapareciendo hasta quedar prohibido; con eso el pueblo cubano perdió una de sus pocas posibilidades de supervivencia; al quitarle la risa le quitaron al pueblo el más profundo sentido de las cosas.”
“Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.”