“—Pues tampoco está tan mal… —comentó James en voz alta.—¿Qué es lo que no está tan mal?Sorprendido, dejó caer el sujetador al suelo. Era Kelsey, que le observaba con atención a apenas dos metros de distancia. Estaba de brazos cruzados y, ajuzgar por la agria expresión de su rostro, seguía cabreada. —Decía que…, nada, que no está tan mal esto de tender la ropa —mintió.—Me alegra. Espero que te sirva de lección y lo hagas más a menudo.—No lo dudes —añadió, esforzándose por no reír.—¿Sabes?, hoy estás un poco raro.—Así soy yo: raro y exclusivo —aclaró.—No eres exclusivo en el buen sentido de la palabra, James. En todo caso serías… repulsivo.James frunció el ceño, molesto.”