“bueno, hay una chica, llevo enamorado de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy bastante seguro de que ella no sabia nada de mi hasta la cosecha.”
“Empiezo a recuperar la concentración cuando Caesar le pregunta si tiene una novia en casa.Peeta vacila y después sacude la cabeza, aunque no muy convencido.—¿Un chico guapo como tú? Tiene que haber una chica especial. Venga, ¿cómo se llama?—Bueno, hay una chica —responde él, suspirando—. Llevo enamorado de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy seguro de que ella no sabía nada de mí hasta la cosecha.La multitud expresa su simpatía: comprenden lo que es un amor no correspondido.—¿Tiene otro?—No lo sé, aunque les gusta a muchos chicos.—Entonces te diré lo que tienes que hacer: gana y vuelve a casa. Así no podrá rechazarte, ¿eh? —lo anima Caesar.—Creo que no funcionaría. Ganar… no ayudará en mi caso.—¿Por qué no? —pregunta Caesar, perplejo.—Porque… —empieza a balbucear Peeta, ruborizándose—. Porque… ella esta aquí conmigo.”
“La vida sabe.La vida está tratando de decirmeque la chica que amo,¿La chica de la que me enamorétan fuertemente?Hay sitio para ella en primer lugar.”
“Sentía una inmensa ternura por ella. Estaba seguro de que la querría siempre, para mi dicha y también mi desdicha.”
“Había sido besada unas pocas veces con anterioridad, pero nada como esto. Me sentíelectrificada desde la parte superior de mi cabeza hasta la punta de los pies, y en algúnlugar en el fondo de mi mente escuché a Alice diciendo que el amor tenía un poder propio.Ella tenía razón: esto era mágico.”
“La dulce sonrisa de una mujer joven: no hay nadamejor en el mundo. Es más valiosa que la sal. Sin ella, algoenferma y muere dentro de nosotros. Estoy seguro. Unacosa tan simple. Qué raro. Qué maravilloso y qué raro.”