“—Sí, él se limitó a darte un beso, pero ese no fue el primero. Tu primer beso lo obtuve hace mucho tiempo —explicó, con una media sonrisa que hizo que su rostro se viese hermoso. ¿De qué diablos estaba hablando? Nunca me había besado. Fruncí el ceño, pensando, tratando de recordar. —¿Recuerdas la vez que me hice daño cuándo me caí de ese árbol en mi jardín delantero? Tenía trece años y mi maldita pierna dolía tanto, y me preguntaste qué podías hacer para que el dolor desapareciese. —Cerró los ojos y negó con la cabeza al recuerdo, con una pequeña sonrisa en las comisuras de sus labios.”