“Me ofrece una sonrisa de una dulzura tan genuina, con el toque justo de timidez, que hace que me sienta muy cerca de él.”
“¿Por qué hizo falta que fuera lastimado hasta el límite de su vida para que me diera cuenta? Porque soy egoísta. Soy una cobarde. Soy el tipo de chica que, cuando podría ser útil de verdad, huiría para seguir con vida y abandonaría a los que no la pudieran seguir para que sufrieran y murieran..”
“Abrazada a las rocas, me muevo lentamente hacia la sangre, buscándolo. Encuentro más manchas, una con unos trozos de tela pegados, pero ni rastro de él. Me derrumbo y digo su nombre en voz baja:—¡Peeta, Peeta!Entonces, un sinsajo aterriza en un árbol raquítico y empieza a imitarme, así que lo dejo, me rindo y vuelvo al arroyo pensando: "Tiene que haberse ido más abajo".Acabo de meter el pie en el agua cuando oigo una voz.—¿Has venido a rematarme, preciosa?”
“Es el primer beso del que ambos estamos plenamente conscientes. Ninguno está debilitado por la enfermedad o el dolor, tampoco desmayado; no nos arden los labios de fiebre ni de frío. Es el primer beso que de verdad hace que se me agite algo en el pecho, algo cálido y curioso. Es el primer beso que me hace desear un segundo. [pp. 319]”
“Deberías despertarme -le digo, porque yo interrumpo su sueño dos o tres veces cuando tengo una noche mala hasta que logra calmarme de nuevo.-No hace falta, mis pesadillas suelen ser sobre perderte, así que se me pasa cuando me doy cuenta de que estás a mi lado.”
“bueno, hay una chica, llevo enamorado de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy bastante seguro de que ella no sabia nada de mi hasta la cosecha.”
“Empiezo a recuperar la concentración cuando Caesar le pregunta si tiene una novia en casa.Peeta vacila y después sacude la cabeza, aunque no muy convencido.—¿Un chico guapo como tú? Tiene que haber una chica especial. Venga, ¿cómo se llama?—Bueno, hay una chica —responde él, suspirando—. Llevo enamorado de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy seguro de que ella no sabía nada de mí hasta la cosecha.La multitud expresa su simpatía: comprenden lo que es un amor no correspondido.—¿Tiene otro?—No lo sé, aunque les gusta a muchos chicos.—Entonces te diré lo que tienes que hacer: gana y vuelve a casa. Así no podrá rechazarte, ¿eh? —lo anima Caesar.—Creo que no funcionaría. Ganar… no ayudará en mi caso.—¿Por qué no? —pregunta Caesar, perplejo.—Porque… —empieza a balbucear Peeta, ruborizándose—. Porque… ella esta aquí conmigo.”