“Empiezo a recuperar la concentración cuando Caesar le pregunta si tiene una novia en casa.Peeta vacila y después sacude la cabeza, aunque no muy convencido.—¿Un chico guapo como tú? Tiene que haber una chica especial. Venga, ¿cómo se llama?—Bueno, hay una chica —responde él, suspirando—. Llevo enamorado de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy seguro de que ella no sabía nada de mí hasta la cosecha.La multitud expresa su simpatía: comprenden lo que es un amor no correspondido.—¿Tiene otro?—No lo sé, aunque les gusta a muchos chicos.—Entonces te diré lo que tienes que hacer: gana y vuelve a casa. Así no podrá rechazarte, ¿eh? —lo anima Caesar.—Creo que no funcionaría. Ganar… no ayudará en mi caso.—¿Por qué no? —pregunta Caesar, perplejo.—Porque… —empieza a balbucear Peeta, ruborizándose—. Porque… ella esta aquí conmigo.”
“Y, de repente, es como si no existiera nadie más en el mundo que estas dos personas que atraviesan el espacio para encontrarse. Chocan, se abrazan, pierde el equilibro, se dan contra una pared y allí se quedan, convertidos en un solo ser indivisible. [pp. 194]”
“Abrazada a las rocas, me muevo lentamente hacia la sangre, buscándolo. Encuentro más manchas, una con unos trozos de tela pegados, pero ni rastro de él. Me derrumbo y digo su nombre en voz baja:—¡Peeta, Peeta!Entonces, un sinsajo aterriza en un árbol raquítico y empieza a imitarme, así que lo dejo, me rindo y vuelvo al arroyo pensando: "Tiene que haberse ido más abajo".Acabo de meter el pie en el agua cuando oigo una voz.—¿Has venido a rematarme, preciosa?”
“Me ofrece una sonrisa de una dulzura tan genuina, con el toque justo de timidez, que hace que me sienta muy cerca de él.”
“Cuando me despierto del todo.. me pesa todo el cuerpo, como si me corriese plomo líquido por las venas.”
“No has hecho daño a nadie..., les has dado una oportunidad. Sólo tienen que ser lo suficientemente valientes para aprovecharla.”