“Dime lo que deseas. La noche es tuya. Puedes ordenarme lo que quieras.—No quiero ordenarte nada —respondió ella, besándolo en los labios—. Sóloquiero que me demuestres que me amas.—Julianne, te quiero con los cuatro tipos de amor. Pero esta noche es unacelebración del eros.”
“-Puedo darte todo lo que desees -dijo el hada-. Riqueza, poder y cetro, fama, una vida larga y feliz. Elige.-No quiero riqueza ni fama, poder ni cetros -respondió la bruja-. Quiero un caballo que sea negro y tan imposible de alcanzar como el viento de la noche. Quiero una espada que sea luminosa y afilada como los rayos de la luna. Quiero atravesar el mundo en la oscura noche con mi caballo negro, quiero quebrar las fuerzas del Mal y de la Oscuridad con mi espada de luz. Eso es lo que quiero.-Te daré un caballo que sea más negro que la noche y más ligero que el viento de la noche -le prometió el hada-. Te daré una espada que será más luminosa y afilada que los rayos de la luna. Pero no es poco lo que pides, bruja, habrás de pagármelo muy caro.-¿Con qué? En verdad nada tengo.-Con tu sangre.”
“Vendríamos de la mano, a media calle, solos, y no diríamos nada. Que lo diga la noche. Que digan que te quiero las estrellas, los rumores lejanos, la distancia.”
“Piensa en cuánto me quieres - había susurrado-. No te voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero sí te pido que lo recuerdes. Pase lo que pase, siempre quedará en mí algo de lo que soy esta noche”
“Te quiero. Ahora mismo. Si dices que sí, me gustaría besarte. Te besaría hasta que ambos nos olvidáramos que los labios se hicieron para otra cosa que besar. Te quitaría ese traje, tan lindo como es. Quiero ver cómo te ves sin nada encima. Quiero hacerte suspirar como lo hiciste con el pastel. Quiero estar contigo. Ahora mismo.”
“Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.”