“Pero por un instante, fue real. La chispa seguía viva. Cuando me besó y me acarició, la electricidad seguía estando allí. Tiene que haberla sentido él también. Es imposible que haya existido sólo en mi cabeza.”
“Y mi mamá seguía callando a mi abuelo, quien seguía hablando sobre la cantidad de personas negras que había en la escuela.”
“Sigo teniendo ante mis ojos a Teresa, sentada en un tocón, acariciando la cabeza de Karenin y pensando en la debacle de la humanidad. En ese momento recuerdo otra imagen: Nietzsche sale de su hotel en Turín. Ve frente a él un caballo y al cochero que lo castiga con el látigo. Nietzsche va hacia el caballo y, ante los ojos del cochero, se abraza a su cuello y llora.Esto sucedió en 1889, cuando Nietzsche se había alejado ya de la gente. Dicho de otro modo: fue precisamente entonces cuando apareció su enfermedad mental. Pero precisamente por eso me parece que su gesto tiene un sentido más amplio. Nietzsche fue a pedirle disculpas al caballo por Descartes. Su locura (es decir, su ruptura con la humanidad) empieza en el momento en que llora por el caballo.Y ése es el Nietzsche que yo quiero, igual que quiero a Teresa, sobre cuyas rodillas descansa la cabeza de un perro mortalmente enfermo. Los veo a los dos juntos: ambos se apartan de la carretera por la que la humanidad, «ama y propietaria de la naturaleza», marcha hacia adelante.”
“El Enemigo es una parte de Ágape y está allí para poner a prueba nuestra mano y nuestra voluntad en el manejo de la espada. Fue colocado en nuestras vidas, y nosotros en la vida de él, con un propósito. Este propósito tiene que ser satisfecho. Por eso, huir de la lucha es lo peor que puede sucedernos. Es peor que perder la lucha, porque en la derrota siempre podemos aprender algo, pero en la fuga todo lo que logramos es declarar la victoria de nuestro Enemigo.”
“-... Pero ¿sabes en que pense todo el día ayer? un pensamiento que no me puedo evitar no importa cuan disgustado estoy contigo.-No.-Que tengo suerte porque la persona que no puedo sacar de mi cabeza, la persona que significa más para mi de lo que puedo soportar aun está viva, ella está todavía allí, y esa eres tu.”
“Aunque tardé mucho tiempo y tuve que recorrer gran parte del mundo para aprender lo que ahora sé sobre el amor, el destino y las decisiones que tomamos, la esencia de ese conocimiento me llegó en un solo instante, encadenado a una pared mientras me torturaban. De algún modo me di cuenta entonces, entre los gritos que llenaban mi cabeza, que incluso en aquella maniatada y sangrienta impotencia, seguía conservando mi libertad; la libertad de odiar a los hombres que me estaban torturando o de perdonarles. No parece mucho, lo sé, pero sometidos al dolor y al suplicio de las cadenas, cuando es lo único que tenemos, esa libertad es un universo de posibilidades. Y la decisión que tomemos, sea el odio o el perdón, puede convertirse en la historia de nuestra vida.”