“Tú me estás enseñando a amar y supongo que yo también te estoy enseñando a hacerlo, a mi manera —dijo y se apartó un poco para mirarla a los ojos—. No somos perfectos, pero eso no tiene por qué impedirnos ser felices, ¿no crees?”
“—¿Por qué sigues creyendo en Dios? ¿No estás enfadada con Él por todas las cosas malas que te han pasado?Ella interrumpió lo que estaba haciendo y se volvió hacia él. Gabriel parecía muy infeliz.—A todo el mundo le pasan cosas malas. ¿Por qué iba a ser yo distinta a los demás?—Porque eres buena.Ella se miró las manos.—El universo no se basa en la magia. No hay unas reglas para las personas buenas y otras para las personas malas. Todo el mundo sufre en un momento u otro. Lo importante es lo que haces con tu dolor, ¿no crees?”
“¿No entiendes la comparación? Tú eres mi agua Perrier. —Se dejó caer un poco más sobre ella—. Hacer el amor contigo es lo único que sacia mi sed. ¿Por qué iba a cambiarlo por toda el agua del mar? —Gabriel le presionó las caderas con las suyas—. Ella no puede ofrecerme nada que me interese. —Bajó la cara hasta que sus narices se rozaron—. Y tú eres preciosa. Cada parte de tu cuerpo es una obra de arte, desde la cabeza hasta los dedos de los pies. Eres la Venus y la Beatriz de Botticelli. ¿Tienes idea de lo mucho que te adoro? Te adueñaste de mi corazón la primera vez que te vi, a los diecisiete años.”
“Me prometiste que nunca me follarías, pero ¿qué fue lo de anoche? Ni una palabra, ni un «te quiero», ni una nota antes de marcharte. ¿Era eso? ¿Un polvo de despedida? —El susurro de ella se convirtió en un sollozo—. ¿Quién es el follaángeles ahora?Gabriel hizo una mueca de dolor.Fue algo más que una mueca. Fue como si acabara de recibir un puñetazo. Cerró los ojos y gimió débilmente, mientras se apoyaba en los talones y apretaba mucho los puños.Todos vieron como palidecía de golpe.—Eso me ha dolido, Julianne —murmuró.”
“—No te follé. Nunca te he follado. —Y apartándose un poco, continuó—: Estabas a punto de tirar tu futuro por la borda. Tantos años de duro trabajo, tantos sacrificios... Iban a arrebatártelo todo y no habrías podido recuperarlo. No iba a quedarme de brazos cruzados viendo cómo te suicidabas académicamente. Te dije que bajaría a los infiernos a rescatarte si hacía falta y eso es lo que acabo de hacer. —Alzando la barbilla, añadió—: Y volvería a hacerlo.”
“Pero por un instante, fue real. La chispa seguía viva. Cuando me besó y me acarició, la electricidad seguía estando allí. Tiene que haberla sentido él también. Es imposible que haya existido sólo en mi cabeza.”
“Durante estos meses no ha habido nadie más —aseveró—. No quería a nadieque no fueras tú. Pero si me dijeras que te has enamorado de otra persona y que eresfeliz, no insistiría. Por mucho que me doliera. —Hizo una mueca y susurró—: Siemprete querré, Julianne, me quieras tú o no. Eres mi cielo. Y mi infierno.”