“No necesito nada más. Me levanto de la cama todas las mañanas y me enfrento al mundo porque tú estás en él”
“Creo que la vida tiene sentido y que todas las personas, ricas y pobres, morarán al final en la ciudad de Dios. Porque, desde luego, Manhattan se está volviendo inhabitable.”
“Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado...”
“Y la madre creyó a la serpiente, porque en todas las religiones de los hombres la serpiente conoce el misterio de las vidas que pueblan los mundos.”
“Y vuelvo a enamorarme de quién no debo. Y vuelvo a tener esperanza. Y vuelvo a creer en Dios. Y vuelvo a pensar todas las mañanas en un mañana. Y vuelvo a apreciar los perfumes. Y vuelvo al cielo. Y vuelvo a ser yo. A todo vuelvo cuando vuelves tú.”
“Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...”