“Pero... ¿Habría amor en un mundo semejante, Simón? ¿Existirían la belleza y el encanto, sin nada feo con que compararlos? ¿Qué sería un mundo sin sorpresas?”

Tad Williams

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“Un mundo sin amor es también un mundo donde no hay nada en juego.”


“Pero precisamente por ser un veterano en estas lides puedo afirmar con énfasis que no existe en el mundo mejor lugar que el autobús para explorar la rica fauna humana, en vivo y sin prejuicios antropológicos”


“¡Un mundo sin gente estúpida sería un caos! –era la voz del que llevaba ropa de cuero con cadenas–. ¡En vez de desempleados como tenemos hoy, habría empleos de sobra y nadie para trabajar!–¡Basta! –Mi voz sonó autoritaria, decisiva–. ¡Que nadie diga nada más!Y para mi sorpresa, se hizo el silencio. Mi corazón hervía por dentro, pero seguí hablando con los policías como si fuese la persona más tranquila del mundo.–Si fueran peligrosos, no estarían provocando.El policía se volvió hacia el cajero: –Si nos necesita, estaremos cerca.Y antes de salir, comentó con el otro, de modo que su voz se oyese en toda la tienda:–Me encanta la gente estúpida: sin ella, a esta hora podríamos vernos obligados a enfrentarnos a unos atracadores.–Tienes razón –respondió el otro policía–. La gente estúpida nos distrae, y no es arriesgado.Con la formalidad habitual, se despidieron de mí.”


“Da igual lo que diga la gente; Si hicieran un poco más el amor y hablaran menos, el mundo sería mejor.”


“Mucho me costaría vivir en un mundo sin libros pero la realidad no está en ellos, puesto que no cabe entera.”


“No hay nadie en el mundo que atienda mejor que la pobretería en España el arte de no hacer nada y de vivir de nada; el clima del país contribuye con la mitad , el temperamento de las gentes aporta la otra mitad. Dad, en efecto, a un español la sombra en verano, el sol en invierno, un trozo de pan, ajos, aceite, garbanzos, una vieja capa y una guitarra, aunque no sea propia, los sones de la guitarra, ¡y que ruede el mundo como quiera! Hablarle de estreches! Para él no hay desgracia; la soportan sus hombros sin encogerse, lo mismo que cuando cuelga de ellos la raída capa. El español es siempre un hidalgo, aun en hambre y en harapos.”