“—Ella solía describirme esta clase de paisajes. Le gustaba dibujarlos, pero llegó un momento que siempre pintaba los mismos cuadros. Me dijo que se debía a que estaba atrapada en la melancolía y por tanto su corazón sólo visualizaba los paisajes que ya había conocido. Decía que si visitaba lugares nuevos, quizás podría curarse, pero estaba tan débil que no parecía capaz de soportar un viaje tan largo. Si hubiese sido lo suficientemente valiente, yo mismo la habría llevado a donde ella quisiera, sin embargo fui un cobarde… (Idril)”
“Me dije que si estaba viva iba a seguir adelante, me olvidaría, sería feliz de nuevo. Intenté decirme a mí mismo que era lo que quería para ella.Sabía que nunca volvería a verla. Pero la esperanza llegó, no importa cuán duro y rápido traté de sacarla fuera. Al igual que estas hormigas coloradas diminutas que solíamos tener en Portland. No importaba lo rápido que las mataran, siempre había más, un flujo constante de ellas, resistentes, siempre multiplicándose.Tal vez , la esperanza, dijo. Tal vez”
“Jesús, alguna vez quise decir las palabras, pero apenas podía admitirlo ante mí mismo, y mucho menos a ella. En el fondo yo sabía que era un pedazo de mierda, y ella se merecía algo mejor. Una parte de mí quería que la llevara a la habitación y mostrarle por qué ella era diferente, pero también fue lo único que me detuvo. Ella era mi opuesto: Inocente en la superficie, y dañada profundamente en su interior. Había algo en ella que necesitaba en mi vida, y aunque no estaba seguro de lo que era, no podía dar a mis malos hábitos y joderla. Ella era el tipo de las que perdona, yo podía ver, pero tenía líneas dibujadas que yo sabía que no debía cruzarlas.”
“Joan era dura en el exterior, pero tenía una verdadera vulnerabilidad cuando llegabas a conocerla. Casi desde el momento en que me uní a The Runaways, había habido un lazo especial entre nosotras. La gente nos había comenzado a llamar “Sal y Pimienta”, no sólo por los contrastantes colores de cabello, sino porque siempre parecíamos estar juntas. En Joan, encontré una amistad mucho más intensa, y mucho más profunda, de lo que había conocido hasta ese punto en mi vida. Éramos niñas: Joan sólo era un año mayor que yo, y me aferraba más a ella que a cualquiera en la banda, y ella hacía lo mismo conmigo.Cuando pienso en Joan y nuestra relación, todavía puedo sentir un distante temblor por dentro. Nuestra amistad fue un regalo de Dios para mí. Era profunda, y por momentos ella era la única que me mantenía cuerda. Joan era perceptiva. Casi como si pudiera leer mi mente. Dios, cómo necesitaba esa clase de conexión. Especialmente cuando me sentía tan desconectada. Creía en ella, y en el sueño que la había conducido tan lejos. Me sentía segura cuando me quedaba cerca de ella, como si fuera arrastrada por la red de seguridad de su resuelta visión de lo que estábamos haciendo.A veces nos mirábamos y yo sentía un cosquilleo en mi estómago. Su sonrisa era tibia y su actitud de amor a la diversión me hacía olvidar cuán extraño y bizarro este mundo nuevo y loco realmente era. Ella era mi ancla. ¿Cómo explico a una persona que era mi mejor amiga, alguien en quien podía confiar como una hermana, alguien que para mí se volvió una fuerte atracción sexual? Bueno, es fácil. Tan fácil como era estar con ella. Podría dejarlo en que tuve momentos con una amiga que aún hoy me hacen temblar. Y fueron algunos de los momentos más satisfactorios de mi joven vida.”
“—Gracias. Resulta que estuve a punto de volverme loco porque pensaba que habías muerto, y tuvieron que ponerme a un guardián para que no me abriera las venas o me arrancase yo mismo el corazón. Aunque, conscientemente, sabía que no ibas a morir; pero no podía soportar vivir en un mundo en el que no existieras.—Eso es de Crepúsculo. —Replicó ella anonadada por la increíble imagen que presentaban ambos juntos. Rubios los dos, él hecho polvo y ella medio desnuda—. Incluso yo la he visto.”
“Pensó en incorporarse, pero la muchcha tenía un rostro tan dulce que temía despertarla. Tan cerca y tan lejos. Aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, no lograba que los sentimientos hacia ella desaparecieran. Había reducido sus conversaciones al mínimo y cada vez caminaban más distanciado, pero ni así podía quitársela de la cabeza. Sintió un impulso: quería besarla.El errante inclinó ligeramente su cuello con la esperanza de que Lan no se moviera si un milímetro y acercó sus labios a los de la muchacha para sentir su aliento.Era cálido.De inmediato, se percató de queela estaba poniendo en peligro y se retiró. Tenía que ser fuerte, sabía que un simple beso no la mataría, pero podía herirla gravemente.En aque instante envidió a Nao. Deseó haber nacido Salviano, para no tener que cargar con esa horrible maldición que lo apartaba de alguien cada vez más importante para él. Se angustió al pensar que aún tenían numerosos peligros que sortear y que, sin importar lo que ocurriera, seguiría sin poder protegerla entre sus brazos.”