“Su extravagancia me cautivó y me hizo interesarme más por él. A pesar de su estrambótico atuendo, había algo en él que imponía respeto; quizás sus ojos purpurinos, quizás la elegancia con la que lucía aquel disfraz. Me miraba de forma indescifrable y no se me ocurría la manera de reaccionar.”
“—Gracias por traerme. —Me acerqué a él para despedirme con un beso en la mejilla, pero él corrió su cara y nuestros labios se terminaron rozando. Me alejé de él de un golpe—. No.—Dijiste que no ibas a analizarlo.—No quiero usarte.Sus ojos se volvieron más pequeños y esa sonrisa traviesa que lo caracterizaba se puso en sus labios y en sus ojos—. Soy utilizable, no me preocupo por eso.”
“Recorrí pasillos y galerías en espiral pobladas por cientos, miles de tomos que parecían saber más acerca de mí que yo de ellos. Al poco, me asaltó la idea de que tras la cubierta de cada uno de aquellos libros se abría un universo infinito por explorar y de que, más allá de aquellos muros, el mundo dejaba pasar la vida en tardes de fútbol y seriales de radio, satisfecho con ver hasta allí donde alcanza su ombligo y poco más. Quizá fue aquel pensamiento, quizá el azar o su pariente de gala, el destino, pero en aquel mismo instante supe que ya había elegido el libro que iba a adoptar. O quizá debiera decir el libro que me iba a adoptar a mí. Se asomaba tímidamente en el extremo de una estantería, encuadernado en piel de color vino y susurrando su título en letras doradas que ardían a la luz que destilaba la cúpula desde lo alto. Me acerqué hasta él y acaricié las palabras con la yema de los dedos, leyendo en silencio.La Sombra del VientoJULIÁN CARAX.”
“La manera en que Tristan la hacía reír, la manera en que la había atraído a su vida, la manera en que la había deleitado con su música - ¿Como podría alguna vez dejar su ansia de él?”
“Bajo la luz de aquella estrella se había desarrollado una civilización milenaria que se tenía en aquel tiempo por la más culta y avanzada del orbe, y que, a su pesar, estaba a punto de demostrar se la más incivilizada y salvaje de cuantas habían madurado bajo el sol.”
“Pero aquel que se siente tocado por mi lanza no tarda en expirar. Su esposa se desgarra las mejillas, quedan sus hijos huérfanos y enrojece él la tierra con su sangre, y se corrompe, y hay en torno suyo más aves de rapiña que hembras gemebundas”