“Y entonces, después de dar unos pasos en silencio, un prisionero le dijo a otro: ¡Qué bello podría ser el mundo!”
“Cada uno entra en la muerte de un modo que se le parece. Algunos, en silencio, caminando en puntillas; otros, reculando; otros, pidiendo perdón o permiso. Hay quien entra discutiendo o exigiendo explicaciones y hay quien se abre paso en ella a las trompadas y puteando. Hay quien la abraza.”
“Podría decirse que las personas van cayendo en silencio, una tras otra, por el borde del mundo que me pertenece. Todas encaminan hacia allí sus pasos y, de repente, desaparecen. Quizás el borde del mundo esté en aquel lugar.”
“Cuando cae un rayo después de que te hayas ido, o se estrella un avión en el que podrías haber estado. Cuando tu compañero de trabajo enferma y tú no. Creemos que esas cosas son fortuitas, pero hay un equilibrio en todo. Uno se marchita, otro crece. El nacimiento y la muerte forman parte de un todo.”
“El mundo habrá acabado de joderse -dijo entonces- el día en que los hombres viajen en primera clase y la literatura en el vagón de carga.”
“Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...”