“Es esta una de las torturas y desgracias de la vida: cuando son incapaces nuestros amigos de terminar sus cuentos.”

Virginia Woolf

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“No hay, en el tumulutoso pecho del hombre, una pasión más fuerte que la de imponer su creencia a los otros, Nada puede sacar la raíz de su dicha y llenarla de ira como saber que otro desprecia lo que él venera. [...] No es el amor a la verdad sino el deseo de prevalecer el que opone un barrio a otro barrio y hace que una parroquia premedite la ruina de otra parroquia. Todos prefieren la paz de espíritu y la sujeción de los otros al triunfo de la verdad y la apoteosis de la virtud.”


“Es tan duro de matar un fantasma como una realidad.”


“Si no dices la verdad sobre ti mismo, difícilmente podrás decir la de las otras personas.”


“Los ojos de los otros, nuestras prisiones; sus pensamientos, nuestras jaulas.”


“quels soucis de gloire, quel intérêt, quelles satisfactions, et elles sont nombreuses, la lutte lui apporte?Sans la guerre il n y aurait pas de débouchés pour les nombreuses qualités viriles développées par la lutte; se battre ainsi demeure une caractéristique du sexe masculin [...] c est, disent certains la contrepartie de l instinct maternel, qu il ne peuvent, eux, partager”


“La palabra chingar, con todas estas múltiples significaciones, define gran parte de nuestra vida y califica nuestras relaciones con el resto de nuestros amigos y compatriotas. Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender. O a la inversa. Esta concepción de la vida social como combate engendra fatalmente la división de la sociedad en fuertes y débiles. Los fuertes – los chingones sin escrúpulos, duros e inexorables– se rodean de fidelidades ardientes e interesadas. EL servilismo ante los poderosos – especialmente entre la casta de los "políticos" esto es, de los profesionales de los negocios públicos– es una de las deplorables consecuencias de esta situación . Otra, no menos degradante es la adhesión a las personas y no a los principios. Con frecuencia nuestros políticos confunden los negocios públicos con los privados. No importa. Su riqueza o su influencia en la administración les permite sostener una mesnada que el pueblo llama, muy atinadamente, de "lambiscones" (de lamer).”