“No donde come, sino donde es comido. Cierta asamblea de gusanos políticos está ahora con él. El gusano es el único emperador de la dieta; nosotros cebamos a todos los demás animales para engordarnos, y nos engordamos a nosotros mismos para cebar a los gusanos. El rey gordo y escuálido mendigo no son más que servicios distintos, dos platos, pero de una misma mesa; he aquí el fin de todo.”

William Shakespeare

William Shakespeare - “No donde come, sino donde es...” 1

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“Somos como los perros, los gatos, las vacas, las ratas... Lo que nos separa de ellos y de los restantes mamíferos frente a las coincidencias es insignificante. Hasta tenemos sus mismas enfermedades. Las ratas nos contagian la peste, pero del mismo modo nosotros se las contagiamos a ellas. Y a los perros les da diabetes, como a nosotros, y sobre todo si les sacamos el páncreas para ver si sí les da. Y les da cáncer, como a nosotros. Y envejecen, como nosotros. Y se mueren, como nosotros. ¿A qué entonces la pretensión bíblica de que el hombre es el rey de la creación? Acaso porque sólo el hombre ha desarrollado el lenguaje hablado, el de las palabras, en el que radica su portentosa capacidad de mentir.”

Fernando Vallejo
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“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.”

Jorge Luis Borges
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“Los Padres son dueños de todo y la gente no posée nada; es la obra maestra de la razón y la justicia. Yo no encuentro nada tan extraordinario como los Padres, que aquí luchan contra el rey de España y el de Portugal, y que allí, en Europa, confiesan a esos mismos reyes; que aquí matan españoles, y que en Madrid los envían al cielo: es algo portentoso”

Voltaire
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“Todos tenemos una imagen de nosotros mismos, pero nunca coincide con la tienen los demás. Y debemos entender la de los demás, aunque sin dejar de ser nosotros mismos.”

Jordi Sierra i Fabra
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“Hay una categoría de gentes que, si no cree, debe menos aparentar que cree. Son todos los atormentadores, todos los opresores y todos los explotadores de la humanidad. Sacerdotes, monarcas, hombres de Estado, hombres de guerra, financistas públicos y privados, funcionarios de todas las especies, policías, carceleros y verdugos, monopolizadores, capitalistas, empresarios y propietarios, abogados, economistas, políticos de todos los colores, hasta el último comerciante, todos repetirán al unísono estas palabras de Voltaire: "Si Dios no existiese habría que inventario." Porque, comprenderéis, es precisa una religión para el pueblo. Es la válvula de seguridad.Existe, en fin, una categoría bastante numerosa de almas honestas, pero débiles, que, demasiado inteligentes para tomar en serio los dogmas cristianos, los rechazan en detalle, pero no tienen ni el valor, ni la fuerza, ni la resolución necesarios para rechazarlos totalmente. Dejan a vuestra crítica todos los absurdos particulares de la religión, se burlan de todos los milagros, pero se aferran con desesperación al absurdo principal, fuente de todos los demás, al milagro que explica y legitima todos los otros milagros: a la existencia de Dios. Su Dios no es el ser vigoroso y potente, el Dios brutalmente positivo de la teología. Es un ser nebuloso, diáfano, ilusorio, de tal modo ilusorio que cuando se cree palparle se transforma en Nada; es un milagro, un ignis fatuus que ni calienta ni ilumina. Y, sin embargo, sostienen y creen que si desapareciese, desaparecería todo con él. Son almas inciertas, enfermizas, desorientadas en la civilización actual, que no pertenecen ni al presente ni al porvenir, pálidos fantasmas eternamente suspendidos entre el cielo y la tierra, y que ocupan entre la política burguesa y el socialismo del proletariado absolutamente la misma posición. No se sienten con fuerza ni para pensar hasta el fin, ni para querer, ni para resolver, y pierden su tiempo y su labor esforzándose siempre por conciliar lo inconciliable. En la vida pública se llaman socialistas burgueses.Ninguna discusión con ellos ni contra ellos es posible. Están demasiado enfermos.”

Mikhail Alexandrovich Bakunin
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