“Estas eran las cosas que fijaban la altura de un rey: el hombre vino y posarse entre los simple y convirtio lo sucio en esplendor.”
“Es nuestro padre y un ReyY por esta que es muy buenoBajo su brazo es de leyCumplir los trabajos del reino”
“A estas alturas prefería la verdad que la historia verdadera.”
“...pero tenía la impresión de haber soñado dos ciudades perdidas: literalmente: ciudades perdidas dentro de otras ciudades perdidas, deambulando todas sobre una superficie impenetrable”
“los sueños correctos para un hombre en peligro eran sueños de peligro y que lo demás era sólo la llamada de la languidez y de la muerte.”
“Aunque pasen los días y el amor también y nos digan que el amor lo cura todo, no te lo creas, tú no te lo creas”
“¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de gente oyendo una música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes[...] Y lo que, por el contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que si acaso en las novelas; en la vida, lo considera una locura.”