“No creo que el final sea muy feliz. Creo que obtendremos el resultado que se obtiene siempre con la imparcialidad. Nadie nos dará las gracias, y todos nos criticarán.”
“No es mas que una persecución, y creo que compadezco a las mujeres castas que huyen y se pierden el final de la carrera”
“Creo que la primera lectura es la verdadera, y que en las siguientes nos engañamos a nosotros mismos con la creencia de que se repite la sensación, la impresión.”
“—Estoy buscando esto —le digo señalándonos a los dos con la mano—. Nos estoy buscando a ti y a mí juntos.Audrey se arrodilla a mi lado y posa su mano en la mía para hacerme soltar las hojas.—No creo que esté ahí —me dice con dulzura—. Yo creo, Ed... —Posa las manos suavemente sobre mi cara. La luz anaranjada delatardecer la baña—. Creo que esto nos pertenece a nosotros.”
“Creo que todo sueño que se repite tiene algo de misterioso, pues nos hace percatarnos de que el inconsciente está cavando obsesivamente para desenterrar un objeto que se niega a salir.”
“Creo que la vida del hombre está marcada por tres edades: la primera es la edad del impulso, en la que todo lo que nos mueve y nos importa no necesita justificación, antes bien nos sentimos atraídos hacia todo aquello -una mujer, una profesión, un lugar donde vivir- gracias a una intuición impulsiva que nunca compara; todo es tan obvio que vale por sí mismo y lo único que cuenta es la capacidad para alcanzarlo. En la segunda edad aquello que elegimos en la primera, normalmente se ha gastado, ya no vale por sí mismo y necesita una justificación que el hombre razonable concede gustoso, con ayuda de su razón, claro está; es la madurez, es el momento en que, para salir airoso de las comparaciones y de las contradictorias posibilidades que le ofrece todo lo que contempla, el hombre lleva a cabo ese esfuerzo intelectual gracias al cual una trayectoria elegida por el instinto es justificada a posteriori por la reflexión. En la tercera edad no sólo se han gastado e invalidado los móviles que eligió en la primera sino también las razones con que se apuntaló su conducta en la segunda. Es la enajenación, el repudio de todo lo que ha sido su vida para la cual ya no encuentra motivación ni disculpa. Para poder vivir tranquilo hay que negarse a entrar en esa tercera etapa; por muy forzado que parezca, debe hacer un esfuerzo con su voluntad para permanecer en la segunda; porque otra cosa es la deriva.”