“—Bueno —tanteó Hae-Joo—, ¿qué haces para relajarte?—Jugar al go con el sony —dije.—¿Para relajarte? —replicó incrédulo—. ¿Y quién gana, tú o el sony?—El sony —respondí—. ¿Cómo si no iba a mejorar?—O sea, que los ganadores —razonó Hae-Joo—, ¿son, en realidad, los perdedores, porque no aprenden nada nuevo? Entonces, ¿qué son los perdedores? ¿Ganadores?Yo no sabía si hablaba en serio.—Si los perdedores consiguen sacar partido de lo que les enseñan sus adversarios, entonces sí, los perdedores, a la larga, pueden ser los ganadores.”

David Mitchell

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“¿La felicidad significa ausencia de privaciones? Si es así, entonces los sirvientes, tal y como los purasangres gustan de creer, son el estrato más feliz de toda la Corpocracia. Pero si la felicidad significa superar adversidades, o sentirse valorado y realizado, entonces, de todos los esclavos de Nea So Copros, somos sin ninguna duda los más desdichados.”


“(...)si nos convencemos de que la humanidad puede trascender colmillos y garras, si nos convencemos de que las diversas razas y credos pueden compartir pacíficamente la tierra, (...)si nos convencemos de que los gobernantes deben ser justos, de que la violencia debe dominarse, de que el poder ha de ser responsable y las riquezas de la tierra y los océanos deben repartirse equitativamente entre todos, este mundo se hará realidad. No me engaño. Ya sé que es el más difícil de los mundos posibles.”


“No entendían que uno tiene que ponerse del lado de los ganadores, o perder. Y es el hombre el que gana, siempre. El viejo conquistador.”


“¡Sentimientos liberales! ¡Pero a mí no me vengas con monsergas de justicia! ¡Vete a Tennessee montado en un pollino y ponte a convencer a esos palurdos sudistas de que en realidad son negros pintados de blanco y de que sus esclavos son blancos pintados de negro! ¡Vete a Europa y ponte a decirles que los derechos de los esclavos del imperio son tan inalienables como los de la reina de Bélgica! ¡Ah, terminarás pobre, canoso y ronco en las reuniones del partido! ¡Te escupirán, te dispararán, te lincharán, te aplacarán con medallitas y los paletos te despreciarán! ¡Te crucificarán! Ingenuo y soñador Adam. Quien osa desafiar a esa hidra de cien cabezas que es la naturaleza humana lo termina pagando con espantosos sufrimientos, ¡y su familia también! ¡Y cuando exhales el último suspiro, sólo entonces, te darás cuenta de que tu vida no ha sido más que una minúscula gota en un océano infinito!Y sin embargo, ¿qué es un océano sino una multitud de gotas?”


“Leía mucho. Pero con la lectura pasa lo mismo, ya sabes… sólo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. Quiero decir que sólo si te aproximas al libro con el ánimo dispuesto a herir y ser herido en el duelo de la lectura, a polemizar, a convencer y ser convencido, y luego, una vez enriquecido con lo que has aprendido, a emplearlo en construir algo en la vida o en el trabajo”La mayor parte de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y orgullosa, porque tiene miedo al fracaso”… a veces las personas son buenas porque no tienen inhibiciones que les impiden actuar con maldad. … Y luego están los que son buenos porque son demasiado cobardes para ser malos”El burgués tiene que estar toda la vida demostrando quién es. El aristócrata ya ha demostrado quién es en el momento de nacer”No me gusta entregarme a los sentimientos…pero el sentimiento de la amistad es mucho más complicado y delicado que el del amor”Ya ves lo ingenuos que somos. Tendemos a creer que los asuntos propios, los verdaderos, son acontecimientos de relevancia mundial”No es cierto que el sufrimiento nos purifique y nos haga mejores, más sabios y comprensivos. Nos vuelve demasiado lúcidos, fríos e indiferentes”Y entonces te das cuenta de que ésa es la verdadera venganza, la única, la perfecta: ya no quieres saber nada de él, no le deseas nada malo ni nada bueno, ya no puede hacerte sufrir”


“... en el país de los infieles francos todos los perros tienen dueño. Al parecer los pasean por las calles arrastrándolos con cadenas al cuello como si fueran los más miserables esclavos. Dicen que además introducen a esos pobres perros a sus casas y que incluso los meten en sus camas. ... No son cosas que los francos puedan comprender el que los perros paseemos en manadas y gavillas por la calles de nuestro Estambul...”