“Me había equivocado de estrategia desde el primer movimiento. Había tratado de salir de aquel absurdo a grito pelado, pero una vez internado eso es imposible. Los negreros reciben con los brazos abiertos a los rebeldes, para darles un escarmiento delante de los demás. En toda la literatura carcelaria que conozco, desde Archipiélago Gulag a An Evil Cradling, sin olvidarnos de Sándwich de nudillos, los derechos hay que ganárselos a base de trueques y astucia. La insumisión del prisionero no hace sino dar motivos a los carceleros para agravar la reclusión.”
“Los seres humanos éramos como pequeños puzles. Los había de mayor o menor dificultad como había vidas felices e infelices. Los afortunados eran aquellos a los que la vida les brindaba la posibilidad de que toas las piezas encajaran a la perfección desde el principio y con un solo movimiento. Los desafortunados tropezaban una y otra vez hasta encontrar el hueco perfecto para encajar la pieza. Otros sencillamente, jamás logran terminar el puzle”
“El problema con los estados de la federacion, es que se trata de poderes sin obligaciones, en los mas diversos temas, desde la seguridad de su poblacion hasta la proteccion de sus ciudadanos en caso de desastres nacionales. El caso extremo de falta de obligaciones es el fiscal. Como los estados demandan recursos, pero no los recaudan, quien tiene que obtenerlos es la federacion.”
“¿Puede haber una sensación más excitante (y atemorizante a la vez, lo reconozco) para una mujer que el sentirse fuera del alcance de los demás, de los cercanos que la aman pero que simultánea y sutilmente la ahogan?”
“No había dejado de desearla un solo instante. La encontraba en los oscuros dormitorios de los pueblos vencidos, sobre todo en los más abyectos, y la materializaba en el tufo de la sangre seca en las vendas de los heridos, en el pavor instantáneo del peligro de muerte, a toda hora y en todas partes. Había huido de ella tratando de aniquilar su recuerdo no sólo con la distancia, sino con un encarnizamiento aturdido que sus compañeros de armas calificaban de temeridad, pero mientras más revolcaba su imagen en el muladar de la guerra, más la guerra se parecía a Amaranta. Así padeció el exilio, buscando la manera de matarla con su propia muerte...”
“Había una cosa que sabia a ciencia cierta, lo sabia en el fondo del estomago y en el tuétano de los huesos, lo sabia de la cabeza a los pies, lo sabia en la hondura de mi pecho vació...El amor le concede a los demás el poder para destruirte. A mi me habían roto más allá de toda esperanza.”