“Va a costar mucho trabajo motivar a Sophie para cometer uno o varios crímenes, ya que su naturaleza la inclina a no esforzarse demasiado.”
“Algunos pájaros no están destinados a que los enjaulen, eso es todo. Tienen las plumas demasiado brillantes, su canto es demasiado dulce y libre. Así que, o les dejas irse, o, cuando abres la jaula para darles de comer, se las arreglan para escapar volando. Y la parte de ti que en el fondo creía que era un error tenerlos cautivos se alboroza, pese al hecho de que el lugar en que vives sea mucho más lóbrego y triste tras su partida.”
“Podemos cometer muchos errores en nuestras vidas, menos uno: aquel que nos destruye.”
“Lo qué uno quiere de verdad, es lo que está hecho para uno; entonces hay que tomarlo, o intentar: En eso se te puede ir la Vida, pero es una vida mucho mejor…”
“Al final ¿cómo es el asunto? ¿uno va llevando su vida adelante, o la vida se lo lleva por delante a uno?”
“...cuando alguien muere, pensamos que ya se ha hecho tarde para cualquier cosa, para todo —más aún para esperarlo—, y nos limitamos a darlo de baja. También a nuestros allegados, aunque nos cueste mucho más y los lloremos, y su imagen nos acompañe en la mente cuando caminamos por las calles y en casa, y creamos durante mucho tiempo que no vamos a acostumbrarnos. Pero desde el principio sabemos —desde que se nos mueren— que ya no debemos contar con ellos, ni siquiera para lo más nimio, para una llamada trivial o una pregunta tonta ('¿Me he dejado ahí las llaves del coche?', ¿A qué hora salían hoy los niños?'), para nada. Nada es nada. En realidad es incomprensible, porque supone tener certidumbres y eso está reñido con nuestra naturaleza: la de que alguien no va a venir más, ni a decir más, ni a dar un paso ya nunca —para acercarse ni para apartarse—, ni a mirarnos, ni a desviar la vista. No sé cómo lo resistimos, ni cómo nos recuperamos. No sé cómo nos olvidamos a ratos, cuando el tiempo ya ha pasado y nos ha alejado de ellos, que se quedaron quietos.”