“...Ezio Longo, inmigrante de primera generación en el país, arquitecto sin título y constructor de oficio, quien se había propuesto fundar un imperio sobre cemento y acero y a los treinta y cinco años ya lo tenía casi consolidado”
In the novel by Isabel Allende, the character Ezio Longo is described as a first-generation immigrant in the country, an architect without a degree but skilled in construction. Despite his humble beginnings, Longo is able to build a successful empire based on cement and steel by the age of thirty-five.
In this quote from Isabel Allende's work, the character of Ezio Longo is introduced as a first-generation immigrant in the country, an architect without a formal degree, and a skilled builder. The quote emphasizes Ezio's ambition and determination, highlighting his success in building a thriving empire based on cement and steel by the age of thirty-five. It captures the theme of perseverance and hard work leading to success, as Ezio defies societal expectations and achieves his goals through his own merit and hard work.
In Isabel Allende's quote about Ezio Longo, we see the story of an immigrant who worked hard to build a successful career in a new country. This narrative resonates with many immigrants today who strive to achieve their dreams and overcome obstacles in order to create a better future for themselves and their families. With determination and perseverance, individuals like Ezio Longo continue to inspire others to pursue their ambitions and build their own empires in the modern world.
In this quote by Isabel Allende, we see the character Ezio Longo described as a first-generation immigrant in the country, an architect without a title, and a skilled builder who has almost completed his dream of building an empire made of cement and steel by the age of thirty-five. Reflecting on this quote, consider the following questions:
“Trató de volver a vivir ese momento, la tierra roja y húmeda, el intenso olor de los bosques de pinos y eucaliptos, donde el tapiz de las hojas secas se maceraba, después del largo y cálido verano, y donde la luz cobriza del sol se filtraba entre las copas de los árboles. Trató de recordar el frío, el silencio y esa preciosa sensación de ser los dueños de la tierra, de tener veinte años y la vida por delante, de amarse tranquilos, ebrios de olor a bosque y de amor, sin pasado, sin sospechar el futuro, con la única increíble riqueza de ese instante presente, en que se miraban, se olían, se besaban, se exploraban, envueltos en el murmullo del viento entre los árboles y el acantilado, estallando en un fragor de espuma olorosa, y ellos dos, abrazados dentro del mismo poncho como siameses en un mismo pellejo, riéndose y jurando que sería para siempre, convencidos de que eran los únicos en todo el universo en haber descubierto el amor.”
“Se reunían un par de veces al año en cualquier punto del mapa para vivir unos días de ilusión y regresar luego con el cuerpo agradecido y el alma alborozada.”
“Me resulta complicado escribir sobre mi vida, porque no sè cuánto recuerdo y cuánto es producto de mi imaginación;la estricta verdad puede ser tediosa y por eso, sin darme ni cuenta, la cambio o la exagero, pero me he propuesto corregir ese defecto y mentir lo menos posible en el futuro.”
“Era ella quien se abría como una sandía madura, roja, jugosa, tibia, ella quien sudaba esa fragancia penetrante de mariscos, ella quien lo mordía, lo arañaba, lo chupaba, gemía, agonizaba de sofoco y de placer. Era en su carne compasiva donde se sumergía hasta perder el aliento y volverse esponja, medusa, estrella de altamar.”
“El ardor de ese beso no los abandonó en muchos días y llenó de fantasmas delicados sus noches, dejando su recuerdo en la piel, como una quemadura. La alegría de ese encuentro los transportaba levitando por la calle, los impulsaba a reír sin causa aparente, los despertaba sobresaltados en la mitad de un sueño. Se tocaban los labios con las puntas de los dedos y evocaban exactamente la forma de la boca del otro.”
“A veces basta secar el sudor de la frente de un hombre cansado para que coma de la mano que lo acaricia. No se necesita ser nigromante para eso. Ser leal y alegre, escuchar -o al menos fingir que una lo hace-, cocinar sabroso, vigilarlo sin que se dé cuenta para evitar que cometa tonterías, gozar y hacerlo gozar en cada abrazo, y otras cosas muy sencilla son la receta. Pdría resumirlo en dos frases: mano de hierro, guante de seda.”