“Podemos tener sexo. He oído que eso consume mucha energía.”

Jennifer L. Armentrout

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“— Mamá, hay una cosa que se llama privacidad.—¡Cielo —exclamó desde la cocina—, eso no existe!”


“— Más libros. —Sus ojos se ensancharon—. Tienes como diez libros que acabas de decir que no has leído.—Eso no significa que no voy a conseguir más libros —sonreí ante su expresión de incredulidad”


“Tenía una risa ruidosa y grave. Bastante sexy. Ay, Dios. Tuve que apartar la vista. Seguro que era de ese tipo de chico que iba rompiendo corazones por ahí. Tenía mucho peligro. Y no de ese peligro que es divertido, porque además era un imbécil. Y a mí los imbéciles no me van. No quiero tener nada con ellos. En realidad, no es que yo tenga nada con nadie, pero…”


“Maldita sea. ¿Crees que no me arrepiento de actuar como un idiota contigo? Me he disculpado por eso —Se quedó allí, imponente sobre mí—. No lo entiendes. Todo esto no es fácil para mí. Y sé que es difícil para ti. Tienes mucho con lo que tratar. Pero yo tenía a mi hermana y a toda una raza contando conmigo. No quería que te acercaras a mí. No quería otra persona por quien preocuparme, otra persona a quien perder.”


“— Estaba por aquí y punto.—Y yo que pensaba que erais atentos y encantadores.Frunció el ceño.—¿De quienes hablas?—De los caballeros de brillante armadura, esos que salvan a las damiselas en apuros. —Me calle. Creo que me había dado un golpe en la cabeza.—Yo no soy tu caballero andante.—Lo sé —susurré.”


“El colocó un dedo sobre mis labios. -Tomé decisiones terribles. Puedo ser un imbécil y hacerlo a propósito. Tiendo a intimidar a la gente para que haga lo que quiero. Y dejé que todo lo que ha pasado con Dawson amplifique aquellos…uh, rasgos de mi personalidad. Pero —quitó su dedo, y su mueca se extendió en una sonrisa. —Pero tú…me haces querer ser diferente. Eso es por lo que no maté a Blake. Es por eso, por lo que no te quiero tomando esas decisiones o tenerte cerca si yo debo tomarlas. Abrumada por lo que había admitido, no supe que decir.Pero él bajó su cabeza y me besó, y había aprendido que a veces cuando alguien dice algo tan devastadoramente perfecto, no hay necesidad de una respuesta. Las palabras lo decían todo.”