“Por encima de todo, la ladrona de libros ansiaba volver al sótano a escribir o leer su historia una vez más. Ahora que lo pienso, sin duda se le veía en la cara. Se moría de ganas de reencontrar esa seguridad, ese hogar, pero era incapaz de moverse. Además, el sótano ya no existía. Era parte del paisaje desvastado.”
“Normalmente vamos por la vida reyéndonos constantemente lo que nos decimos. «Estoy bien», decimos. «Estoy genial.» Pero de vez en cuando la verdad se te echa encima y no puedes sacudírtela. Entonces te das cuenta de que a menudo esa verdad no es una respuesta, sino una pregunta. Incluso ahora, me pregunto hasta qué punto me convence mi vida.”
“Todo el mundo sabe que una bola de nieve en la cara es el comienzo perfecto de una amistad duradera.”
“Suzanne trabaja media jornada. Odia a su padre. Y se odia a sí misma por no plantarle cara. Se lamenta de todo.—Pero adoro a Melinda —dice—. Es el toque de belleza en medio de tanta fealdad.”
“Ella era una ladrona de libros.Él asaltaba el cielo.”
“-¡Venga, deja de leer, que te vas a quedar sin vista!-Más vale que salgas a jugar, hace un tiempo estupendo.- ¡Apaga la luz! ¡Es tarde!Sí, siempre hacía demasiado buen tiempo para leer, y de noche estaba demasiado oscuro.Fijémonos en que se trata de leer o no leer, el verbo ya era conjugado en imperativo. En el pasado ocurría lo mismo. De manera que leer era entonces un acto subversivo. Al descubrimiento de la novela se añadía la excitación de la desobediencia familiar. ¡Doble esplendor! ¡Oh, el recuerdo de aquellas horas de lecturas clandestinas debajo de las mantas a la luz de la linterna eléctrica! ¡Qué veloz galopaba Ana Karenina hacia su Vronski a aquellas horas de la noche! ¡Ya era hermoso que aquellos dos se amaran, pero que se amaran en contra de la prohibición de leer todavía era más hermoso! Se amaban en contra de papá y mamá, se amaban en contra del deber de mates por terminar, en contra de la «redacción» que entregar, en contra de la habitación por ordenar, se amaban en lugar de sentarse a la mesa, se amaban antes del postre, se preferían al partido de fútbol y a la búsqueda de setas..., se habían elegido y se preferían a todo... ¡Dios mío, qué gran amor! y qué corta era la novela.”
“Cuando empezó a escribir su historia, se preguntó por el momento exacto en que los libros y las palabras no sólo comenzaban a tener algún significado, sino que lo significaban todo.”