“Sus ojos brillaron antes de cerrarlos y bajó la cabeza. —No. No te merezco tampoco. Necesitas a alguien que te aprecie, te proteja y te cuide. Una persona que se dé cuenta de que nunca sería capaz de encontrar a otra como tú en el mundo, no importa lo mucho que busque. —Me miró de nuevo a los ojos y nos miramos el uno al otro.”
“Me parece que no lo entiendes. Las vidas de las personas pasan por delante de sus ojos antes de que mueran, y el proceso se llama 'vivir'. ¿Te apetece un camarón?”
“Abre sus ojos de nuevo, su expresión es desolada–sincera. –¿No ibas a escapar? –pregunta.–¡No!Cierra sus ojos de nuevo y todo su cuerpo se relaja. Cuando abre sus ojos, puedo ver su dolor y angustia.–Pensé… –Se detiene–. Este soy yo, Ana. Todo yo… y soy todo tuyo. ¿Qué tengo que hacer para que te des cuenta de eso? Hacerte ver que te quiero de cualquier forma en que te pueda obtener. Que te amo.–También te amo, Christian, y verte así… –Me ahogo y mis lágrimas comienzan de nuevo–. Pensé que te había roto.–¿Roto? ¿A mí? Oh no, Ana. Justo lo contrario. –Se estira y toma mi mano–. Eres mi vida, –susurra, y besa mis nudillos antes de presionar mi palma contra la suya.”
“Llega el día en que te miras al espejo y no eres el que te esperabas. Sí, porque el espejo es la forma más cruel de la verdad. No te reflejas como eres realmente. Querrías que tu imagen se correspondiese con quién eres por dentro y que los otros al verte pudieran saber en el acto si eres sincero, generoso, simpático... pero resulta que nunca se puede prescindir de las palabras ni de los hechos. Tienes que demostrar quién eres. Lo bonito sería que uno pudiera mostrarse sin más. Todo sería más sencillo.”
“A veces, lees un libro y te llena con este fervor evangélico raro, y te convences de que el mundo destrozado que nunca se pondrá de nuevo junto a menos que y hasta que todos los seres humanos lean el libro. Y luego están los libros como Una Aflicción Imperial, que no puedes decirle a la gente sobre, libros tan especiales y raros y tuyos de que la publicidad de su afecto se siente como una traición.”
“Aunque moverse duela como una enfermedad. La mirada se detiene en los rostros que murmuran y no puedes oír lo que están diciendo porque en tu cabeza, el estruendo de los gritos es demasiado fuerte. Aun así, deja que te tiren del brazo y que te suban al coche, y sigues. Porque puedes cuando alguien te dice que puedes.”