“La cabaña de una bruja es un objeto arquitectónico muy preciso. Exactamente no es que se la construya, sino que se va acumulando a lo largo de los años conforme se van uniendo las distintas áreas de reparación, como un calcetín hecho enteramente de remiendos. La chimenea se retuerce como un sacacorchos. El techo de paja y cañizo es tan viejo que pequeños pero robustos árboles crecen en él, todos los suelos hacen pendiente, y de noche cruje como un velero en una tormenta. Si al menos dos paredes no están apuntaladas con alguna que otra viga, entonces no es una auténtica cabaña de bruja, sino meramente el hogar de una vieja medio chocha que lee las hojas del té y habla con su gato.”
“El otoño es mi estación favorita del año —dijo él al cabo de un rato—. No es que yo esté tonteando o algo así… pero me gustan las hojas cuando se tornan rojas y anaranjadas. Son hermosas a la luz de la luna, pero más concretamente, se trata de una transformación imposible. El verde de la primavera y el verano son sólo una sombra de la identidad auténtica de los árboles, y todo ese color cuando las noches se vuelven frías es un milagro cada vez que pasa. Es como si compensaran la pérdida del calor con todo su fuego. Me gusta el Otoño… —(...)—. Tú eres así. Eres hermosa y ardes llena de colorido, y ya es hora de que salgas a la luz. Así que digo… Autumn.”
“La verdad es un cuchillo afilado, la verdad es una llaga incurable, la verdad es un ácido corrosivo. Por esto durante los días de su juventud y de su fuerza, el hombre huye de la verdad hacia las casas de placer y se ciega con el trabajo y con una actividad febril, con viajes y diversiones, con el poder y las destrucciones. Pero viene un día en que la verdad lo atraviesa como un venablo y ya no siente más el júbilo de pensar o trabajar con sus manos, sino que se encuentra solo, en medio de sus semejantes, y los dioses no aportan ningún alivio a su soledad.”
“Una persona sin sueños es alguien tan pequeño... Tan pequeño, tan inútil... Da pena ver a una persona que sólo tiene lo cotidiano, la realidad de lo cotidiano. Es como un árbol sin hojas. Hay que poner hojas en los árboles. Pegarles un montón de hojas para que se conviertan en árboles altos y hermosos. Y si por casualidad hay hojas que caen, se añaden otras. Más y más, sin desanimarse... Las almas respiran en el sueño. La grandeza del hombre se cuela en el sueño. Hoy ya no respiramos, nos ahogamos. Hemos suprimido los sueños, como hemos suprimido el alma y el Cielo...”
“Que la vida es inmortal mientras se vive, mientras se está con vida. Que la inmortalidad no es una cuestión de más o menos tiempo, que no es una cuestión de inmortalidad, que es una cuestión de otra cosa que permanece ignorada. Que es tan falso decir que carece de principio y de fin como decir que empieza y termina en la vida del alma desde el momento en que participa del alma y de la prosecución del viento. Mirad las arenas muertas del desierto, el cuerpo muerto de los niños: la inmortalidad no pasa por ahí, se detiene y los esquiva.”
“...la diferencia no está en copular; está en la otra persona. Y dieciocho años es como si empezaras cuando descubres [i]esa[/i]diferencia. Al menos, si es una mujer lo que estás tratando de entender. A una mujer puede no durarle tanto el misterio de un hombre, aunque quizá representen una comedia... Como quiera que sea, ése es el gusto de la cosa. Los misterios y las comedias y todo lo demás. La variedad. La variedad no se obtiene sólo yendo de un lado a otro (...) No es ir de un lado a otro lo que te mantiene vivo. Es tener tu propio tiempo. Trabajar con el tiempo, no contra él.”