“Nacían en un mundo que está contra ellos de mil pequeñas maneras, y dedican la mayor parte de sus energías a empeorarlo.”
“—¿Conoces la pequeña voz en tu cabeza? preguntó—. ¿La que a los humanos les gusta llamar su “conciencia”? —Asentí—. Son en realidad los mensajes que la gente está recibiendo de sus ángeles de la guarda. Verás, los espíritus demoniacos susurran pensamientos a la mente de una persona, y los pensamientos de demonio pelean con los propios sentimientos del humano, junto con los mensajes que sus ángeles de la guarda tratan de inculcar. El viejo cliché acerca del demonio sobre un hombro y un ángel en el otro no está tan lejos.”
“Feliz emprendí mi largo camino a casa en la fría noche. Aquí y allá tropecé aún con estudiantes que se retiraban a dormir alborotando y haciendo eses. Muy a menudo había comparado su singular manera de divertirse con mi vida solitaria, unas veces con cierta envidia y otras con desprecio. Pero nunca había sentido como hoy, con plena serenidad y secreta energía, cuán poco me atañía aquello y cuán lejano y perdido era para mí aquel mundo. Me acordé de los honrados filisteos de mi ciudad natal, viejos señores rebosantes de dignidad que conservaban los recuerdos de sus años estudiantiles como la memoria de un bienaventurado paraíso y consagraban a la perdida «libertad» de aquellos años un culto como el que los poetas y otros románticos dedican a su infancia. ¡En todas partes sucedía lo mismo! Todos los hombres buscaban la «libertad» y la «felicidad» en un punto cualquiera del pasado, sólo por miedo a ver alzarse ante ellos la visión de la responsabilidad propia y del propio singular camino. Durante un par de años alborotaban y bebían, para someterse luego al rebaño y convertirse en señores graves al servicio del Estado. Era verdad lo que Demian afirmaba: nuestro Mundo estaba carcomido, y esa estupidez estudiantil era aún menos estúpida y menos despreciable que ciertas otras.”
“No hay nadie en el mundo que atienda mejor que la pobretería en España el arte de no hacer nada y de vivir de nada; el clima del país contribuye con la mitad , el temperamento de las gentes aporta la otra mitad. Dad, en efecto, a un español la sombra en verano, el sol en invierno, un trozo de pan, ajos, aceite, garbanzos, una vieja capa y una guitarra, aunque no sea propia, los sones de la guitarra, ¡y que ruede el mundo como quiera! Hablarle de estreches! Para él no hay desgracia; la soportan sus hombros sin encogerse, lo mismo que cuando cuelga de ellos la raída capa. El español es siempre un hidalgo, aun en hambre y en harapos.”
“Siempre hay tres partes de un recuerdo, la tuya, la de los demás, y la verdad, que está en algún sitio en medio de las otras dos.”
“Nunca te fíes de los que dicen servir a Dios. Te hablará con serenidad y buenas palabras, tan cultas que no alcanzarás a entenderlas. Tratarán de convencerte con argumentos que sólo ellos saben hilvanar hasta adueñares de tu razón y tu conciencia. Se presentarán a ti como hombres bondadosos que dirán querer salvarnos del mal y de la tentación, pero en realidad su opinión sobre nosotros está escrita y todos ellos, como soldados de Cristo que se llaman, siguen con fidelidad aquello que está escrito en los libros. Sus palabras son excusas y sus razones, idénticas a las que tú podrías darle a un mocoso.”